Tras más de diez años en la zona habiendo visitado muchos de los restaurantes de Bávaro y Punta Cana, he creado este espacio para comentar mis experiencias personales en cada uno de ellos.

dimarts, 17 de maig del 2016

SABORAMAR COCINA PERUANA

¿El mejor ceviche peruano en Bávaro?, sin dudarlo, lo he comido en Saboramar, un restaurante de comida peruana situado en el peor sitio del mundo, en un residencial apartado al que sólo aquellos que saben exactamente dónde está el lugar pueden encontrarlo. Es tan complicado acceder que ni siquiera aparece en Google Maps, motivo por el que dejo el teléfono para los que estéis interesados, 18297059091.

Como decía, enclavado en el interior de un residencial más bien apartado del mundo, y justamente utilizando una de las villas de ese residencial, nos encontramos con una sorpresa del todo inesperada, un restaurante de comida peruana regentado, si no estoy equivocado, por una pareja que lo dirige de una forma totalmente familiar. Es decir, lo que te encuentras a la llegada no es un restaurante como tal, sino una casa con piscina cuya terraza ha sido reconvertida para alojar cuatro o cinco mesas para comensales. Un lugar pequeño, familiar, y en el que cualquier decoración extra brilla por su ausencia. Desde la mesa tienes visión de la cocina y del trabajo que allí se desarrolla, lo cual a me genera una gran confianza, y de la piscina, en la que muy probablemente te puedas bañar si andas preparado para tal actividad.

Como decía, y sin conocer para nada a los dueños, uno tiene la sensación de haber ido a comer, o cenar, a casa de unos amigos (pagando, claro) donde el trato que recibes es tal cual, directo de los dueños con la ayuda de algún camarero con más voluntad, mucha y muchas ganas de hacerlo bien, que oficio.

Todo esto da, a los que no hayan ido nunca como me pasó a mí, una sensación de pensar “dónde me he metido”, y más cuando ves una carta más bien justa en cuanto a opciones. Pero poco a poco vas entrando en el ambiente, escuchas el agua de la cascada que cae en la piscina, ves que las formas del cheff son de conocimiento de lo que está haciendo, y te relajas, ¡porque además no tienes más opción!, miras los platos, decides, y ahí es cuando te das cuenta de que vas a acertar porque el mismo cheff que te los vende es quien te los prepara.

En mi caso pedí un ceviche peruano y una cazuela de pescado sudado, y ambos fueron exquisitos, ricos en cantidad, en calidad, en forma, en presentación y en gusto, pero con mucho, me quedo con el ceviche, magnífico. Es evidente que la distancia con Perú dificulta el tener siempre todos los ingredientes listos en la despensa, de hecho pedí un ceviche palteado y el propio cheff me lo desaconsejó porque el aguacate que tenía no gozaba de la calidad necesaria para hacer bien el plato. Esta sinceridad la agradezco muchísimo cuando voy a pagar por un servicio, pues te da la opción de elegir mejor sin riesgo a meter la pata.

Chicharrón, ceviche, anticuchos, pescados, mariscos, pulpo, y una línea de comida peruana (más bien costeña) preparada con mucho cariño por alguien que sabe lo que hace, sumado además a las ganas por agradar, hicieron que me sintiera bien, que comiera bien y que tenga ganas de volver. 




dimecres, 11 de maig del 2016

PRANAMA INDIAN RESTAURANT

Lo primero que uno espera ver cuando va a un restaurante que podríamos englobar en la categoría de "exótico", es que sea eso, exótico, y el restaurante Pranama es casi cualquier cosa menos exótico, por lo menos en su apariencia externa. Aunque como bien me decían cuando era niño y algo no me acababa de salir bien, lo que cuenta es la intención.

Digo que no es exótico en su apariencia porque la decoración no es el fuerte de este restaurante, si bien he de reconocer en su defensa que la noche en que fuimos a cenar estaba lloviendo muy fuerte y quizá eso les hizo recoger alguna decoración externa. 

Así pues, no esperes encontrar una decoración como la del restaurante indio de "The Hundred-Foot Journey", cargada de lucecitas, arcos hindúes y todos los tópicos del mundo mundial (¡que es lo que uno espera encontrar!), porque la verdadera esencia de un restaurante está en su menú y su servicio, y ahí, ambos me parecieron excelentes.

Soy incapaz de repetir qué comimos, pero los cuatro comensales solicitamos platos diferentes y en todos los casos quedamos felices con lo que nos sirvieron, al igual que nos ocurrió con las entradas, que me parecieron una delicia, y los postres, que no tuvieron nada que envidiar al resto de la cena.

El personal que atiende el local no tiene esa costumbre tan extendida entre los restaurantes de la zona, y que consiste en hundir al negocio que les paga en la miseria más absoluta dando un servicio de pena a los clientes. En Pranama el servicio estuvo acorde al resto del restaurante, excelente, cuidado y nada exótico.

Debo reconocer que soy un experto, ni siquiera un aficionado avanzado, de la comida india, pero me sentí bien tratado, bien atendido, comí muy bien, y a la salida, a pesar de no ver lucecitas ni manteles de colores, todavía guardaba los dos riñones íntegros en la parte trasera de mi espalda y las ganas de volver íntegras en mi imaginario.