Sin duda, si te gusta la comida mexicana, Pastrata es una
apuesta segura. Sin considerarme para nada un experto, ni siquiera un
aficionado avanzado, en comida mexicana, la carta de Pastrata está a la
altura de lo que uno espera encontrar en un restaurante temático no
perteneciente a una cadena de franquicias.
Por desgracia, la comida mexicana ha sido abducida en el mundo
de la restauración por cientos de cadenas de franquicias que preparan los platos típicos mexicanos en cocinas industriales, los congelan, los envían a
sus restaurantes franquicia y allí, previo paso por un horno microondas, los sirven calentitos (o no) a los guiris incautos. Una porquería de cocina que ridiculiza
y avergüenza la gastronomía mexicana.
Como decía, sin ser experto en cocina americana, sí sé
reconocer cuando un plato viene de un camión frigorífico a mi mesa, o cuando ha
habido un trabajo de fogones en las manos de un profesional, y sin duda el
restaurante Pastrata responde a esta segunda categoría. El lugar, decorado sin
estridencias, sin sombreros mexicanos, fotos de Vicente Fernández, guitarrones
o banderas tricolor, goza de un ambiente distendido en el que la música de
fondo, latina pero sin mariachis, forma parte del encanto del restaurante.
Sopa, fajitas, burritos, quesadillas, salsas, picantes y muy picantes, y
postres, fueron nuestro menú a la altura de las expectativas depositadas cuando uno
sale a comer o cenar. Incluso el detalle de dar una galleta con el nombre del
local unos minutos antes de la factura me pareció encantador. Un detalle que debe tener un costo de centavos de dólar y cuyo objetivo es el de hacerte recordar
con una sonrisa el restaurante, algo que consiguieron con creces. Lo que lleva a preguntarme por qué, si en Pastrata lo hacen y el resultado final es excepcional, una idea tan fácil de copiar no se instala en el resto de restaurantes de un cierto nivel.
La cuenta más hacia "correctalta" que hacia barata, pero como he dicho, soy de la opinión de que vale la pena pagar algo más y cenar feliz.
Por cierto, no sé si es demasiado soez la expresión popular
picante campana, que pica cuando entra y cuando…, pero no se me ocurre un mejor
cumplido a la salsa habanera de anoche. Una salsa, por cierto, ¡a la que ya tengo ganas de volverme a enfrentar!