¿El mejor ceviche peruano en Bávaro?, sin dudarlo, lo he
comido en Saboramar, un restaurante de comida peruana situado en el peor sitio
del mundo, en un residencial apartado al que sólo aquellos que saben
exactamente dónde está el lugar pueden encontrarlo. Es tan complicado acceder
que ni siquiera aparece en Google Maps, motivo por el que dejo el
teléfono para los que estéis interesados, 18297059091.
Como decía, enclavado en el interior de un residencial más
bien apartado del mundo, y justamente utilizando una de las villas de ese
residencial, nos encontramos con una sorpresa del todo inesperada, un
restaurante de comida peruana regentado, si no estoy equivocado, por una pareja
que lo dirige de una forma totalmente familiar. Es decir, lo que te encuentras
a la llegada no es un restaurante como tal, sino una casa con piscina cuya terraza
ha sido reconvertida para alojar cuatro o cinco mesas para comensales. Un lugar
pequeño, familiar, y en el que cualquier decoración extra brilla por su
ausencia. Desde la mesa tienes visión de la cocina y del trabajo que allí se
desarrolla, lo cual a me genera una gran confianza, y de la piscina, en la
que muy probablemente te puedas bañar si andas preparado para tal actividad.
Como decía, y sin conocer para nada a los dueños, uno tiene
la sensación de haber ido a comer, o cenar, a casa de unos amigos (pagando,
claro) donde el trato que recibes es tal cual, directo de los dueños con la
ayuda de algún camarero con más voluntad, mucha y muchas ganas de hacerlo bien, que oficio.
Todo esto da, a los que no hayan ido nunca como me pasó a mí,
una sensación de pensar “dónde me he metido”, y más cuando ves una carta más
bien justa en cuanto a opciones. Pero poco a poco vas entrando en el ambiente,
escuchas el agua de la cascada que cae en la piscina, ves que las formas del
cheff son de conocimiento de lo que está haciendo, y te relajas, ¡porque además
no tienes más opción!, miras los platos, decides, y ahí es cuando te das cuenta
de que vas a acertar porque el mismo cheff que te los vende es quien te los
prepara.
En mi caso pedí un ceviche peruano y una cazuela de pescado
sudado, y ambos fueron exquisitos, ricos en cantidad, en calidad, en forma, en presentación
y en gusto, pero con mucho, me quedo con el ceviche, magnífico. Es evidente que
la distancia con Perú dificulta el tener siempre todos los ingredientes listos en la despensa,
de hecho pedí un ceviche palteado y el propio cheff me lo desaconsejó porque el
aguacate que tenía no gozaba de la calidad necesaria para hacer bien el plato.
Esta sinceridad la agradezco muchísimo cuando voy a pagar por un servicio, pues
te da la opción de elegir mejor sin riesgo a meter la pata.
Chicharrón, ceviche, anticuchos, pescados, mariscos, pulpo, y una línea de
comida peruana (más bien costeña) preparada con mucho cariño por alguien que
sabe lo que hace, sumado además a las ganas por agradar, hicieron que me
sintiera bien, que comiera bien y que tenga ganas de volver.