Tras más de diez años en la zona habiendo visitado muchos de los restaurantes de Bávaro y Punta Cana, he creado este espacio para comentar mis experiencias personales en cada uno de ellos.

dimecres, 20 de juliol del 2016

AMALUNA

Solo por el valor de mantener abierto un restaurante vegano en Punta Cana, AmaLuna merece un aplauso, redoble de tambores y que le hagan la ola a los propietarios cada vez que salgan a la calle. 

Reconozco que el lugar, si bien está perdido entre callejuelas poco recomendables a según que horas, está decorado con extremo buen gusto, todo muy al estilo new age, of course, pero bonito. Plantas, lucecitas, grava para marcar los caminos, candiles en las mesas, platos de madera, todo muy lindo, como si dijéramos, aunque sería aconsejable que las carpas que cubren las mesas las subieran un metro más arriba porque en lugar de producir un efecto "íntimus", producen un efecto "calderus" que cuece a los comensales como si fueran tallos de verdura.

A juego con la decoración del lugar se aparecen los platos, extremadamente cuidados y de un impacto visual enorme, algo que para la cocina vegana es fundamental, pues anda muy justa de sabores y texturas. Durante muchos años de mi vida he sido vegetariano, ahora ya no, pues por motivos que no vienen al caso desde hace un lustro decidí incluir en mi dieta pescado y algo de pollo, pero que yo haya abandonado la senda de la verdad, o la secta de la verdad..., según se mire, no es óbice para que no sea capaz de reconocer el esmero en la cocina de AmaLuna.

El problema, o mejor dicho, mi problema es que todos esos años que mantuve una dieta estrictamente vegetariana dejaron un cierto regusto en mi paladar, como una marca propia de la comida vegana, una especie de acidez que me deja toda la comida elaborada sin huevo, lácteos, etc. y que siento incluso en los postres.

Como decía, hay que reconocer al restaurante vegano su dedicación, el esfuerzo titánico que ha de suponer encontrar ingredientes apropiados a su cocina, cocineros que sepan tratar estos ingredientes, el esmero del servicio, de la atención al cliente, muy de Paulo Coelho, lo que supone un oasis infinito en la vida prosaico-mundana de Bávaro y Punta Cana.

Nosotros escogimos un menú de degustación que nos pareció mucho más que correcto, si bien, y como pasa muchas vecen en esto de la new age, el peace and love parece olvidarse con la cuenta final y entonces, ni siquiera las frases de Coelho suponen un consuelo válido. 


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